Esta pieza nace de un bloqueo creativo, un día en medio de mi desesperación por intentar diseñar y no conseguirlo. En realidad, los bloqueos creativos son igual de importantes que el resultado final. Empecé a juntar piezas de tela sin ningún orden, siendo caótico como mi naturaleza me lo pedía. Dos retazos de tela me llamaron la atención, las puse sobre el maniquí y no las volví a tocar durante un mes, no porque no quisiera, más bien porque no podía, mi cuerpo no me lo permitía. Un mes después me senté frente al maniquí a llorar por no sentirme capaz de poder continuar. El bloqueo creativo se había apoderado de mí hasta que poco a poco empezó a salir. Intentando una y otra vez. Tuve que soltar la idea de que todo fluiría y terminaría esta pieza de un día para otro, aceptar el proceso interno y doloroso que estaba viviendo en mi vida de artista mientras CAMBOYA se transformaba a la par junto a mí. Otro mes más tarde: BOOM!, no tengo idea de cómo salió pero sucedió lo inesperado, pude continuar esta pieza que tanto quería crear. Un año más tarde logré terminarla. Agregando telas, destruyendo materiales, reubicándolos, cosiendo, desbaratando, no lo llamaría un vestido, para mí es más un escudo de batalla, una pieza en la que me lograba refugiar cada vez que no me lograba encontrar.